«¿Con que V. ya estará prevenido de su blondo pelucón para encasquetársele como los demás golillas? Pues, no señor: no se corte V. el pelo: yo se lo mando. Haga que se le ricen en la espalda como a los ministros del Parlamento de París, y comience a desterrar tales zaleas, que en nada contribuyen al decoro y dignidad de la toga.»
El Conde de Aranda a Gaspar Melchor de Jovellanos
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